EL PODER INVISIBLE DEL PASADO.
La cotidianidad está construida sobre millones de hechos y decisiones que ocurrieron en el pasado. Toda nuestra realidad (conocimientos, creencias, tradiciones, organizaciones, constumbres alimentarias, tecnologías, cultura, etc) se ha configurado hace decenas, centenares o miles de años.
La coerción que ejerce la historia sobre nuestro presente es determinante. La historia-pasado es quien decide, todos los días, el tipo de vestido que nos pondremos, la lengua que vamos a utilizar, la línea de transporte que tomaremos e incluso lo que vamos a desayunar. Otros decidieron antes que nosotros cómo iban a ir las cosas, nosotros influimos poco, pero también decidimos cosas que condicionarán a otros. El poder invisible del pasado lo decide casi todo en la vida. La historia es el verdadero poder que nadie cuestiona. Saber usar y aprender a conocer la historia, para entender, es, en este sentido, n poder reaplicable a todas y cada una de las situaciones de la vida cotidiana.
La historia nos ayuda a interpretar todo lo que nos rodea, nos permite identificar la tiranía del pasado sobre el presente. No hay libertad sin independencia de la historia, y no hay independencia sin conocimiento. El conocimiento de la historia-pasado lo suministra la Historia-ciencia, que nos permite conocer el pasado que tenemos presente y nuestros precedentes, y gracias a este conocimiento podemos fundamentar mejor y con una mayor profundidad nuestras decisiones y actuaciones. El progeso nunca puede basarse en la ignorancia.
La gente intuye el poder de la Historia como conocimiento funcional útil para interpretar la vida cotidiana y para ganar espacios de libertad personal en base a una mayor formación, y por esta razón la gente se interesa por los saberes históricos, y más en una "sociedad del conocimiento" que ha puesto la cultura y la información en una situación de centralidad económica y social.
La enseñanza reglada no debe ser ajena a ese proceso y debe enseñar a los futuros ciudadanos, ahora más que nunca, a domesticar el poder de la hisotira-pasado utilizando la Historia-ciencia. En este sentido la enseñanza-aprendizaje de la historia, su didáctica, debe plantearse de manera holística dentro y fuera de las aulas, en los sistemas formales de enseñanza-aprendizaje y fuera de ellos.
La Historia como conocimiento científico potencia la formación, la cultura y la racionalidad, que es en definitiva el fundamento de sociedades informadas que como tales pueden aspirar a mayores cotas de libertad, justicia y progreso. En el pasado la historia en las aulas se utilizó como un relato para ideologizar, fanatizar y exaltar patriotismos irracionales. En la educación del siglo XXI la Historia debe plantearse como una palanca de conocimiento científico al servicio de la formación personal y la culturización de la sociedad.
Si os ha gustado esta breve introducción, os animo a que leais este libro que os dejo aquí, pues podemos aprender muchas cosas que no nos habríamos planteado antes.
La coerción que ejerce la historia sobre nuestro presente es determinante. La historia-pasado es quien decide, todos los días, el tipo de vestido que nos pondremos, la lengua que vamos a utilizar, la línea de transporte que tomaremos e incluso lo que vamos a desayunar. Otros decidieron antes que nosotros cómo iban a ir las cosas, nosotros influimos poco, pero también decidimos cosas que condicionarán a otros. El poder invisible del pasado lo decide casi todo en la vida. La historia es el verdadero poder que nadie cuestiona. Saber usar y aprender a conocer la historia, para entender, es, en este sentido, n poder reaplicable a todas y cada una de las situaciones de la vida cotidiana.
La historia nos ayuda a interpretar todo lo que nos rodea, nos permite identificar la tiranía del pasado sobre el presente. No hay libertad sin independencia de la historia, y no hay independencia sin conocimiento. El conocimiento de la historia-pasado lo suministra la Historia-ciencia, que nos permite conocer el pasado que tenemos presente y nuestros precedentes, y gracias a este conocimiento podemos fundamentar mejor y con una mayor profundidad nuestras decisiones y actuaciones. El progeso nunca puede basarse en la ignorancia.
La gente intuye el poder de la Historia como conocimiento funcional útil para interpretar la vida cotidiana y para ganar espacios de libertad personal en base a una mayor formación, y por esta razón la gente se interesa por los saberes históricos, y más en una "sociedad del conocimiento" que ha puesto la cultura y la información en una situación de centralidad económica y social.
La enseñanza reglada no debe ser ajena a ese proceso y debe enseñar a los futuros ciudadanos, ahora más que nunca, a domesticar el poder de la hisotira-pasado utilizando la Historia-ciencia. En este sentido la enseñanza-aprendizaje de la historia, su didáctica, debe plantearse de manera holística dentro y fuera de las aulas, en los sistemas formales de enseñanza-aprendizaje y fuera de ellos.
La Historia como conocimiento científico potencia la formación, la cultura y la racionalidad, que es en definitiva el fundamento de sociedades informadas que como tales pueden aspirar a mayores cotas de libertad, justicia y progreso. En el pasado la historia en las aulas se utilizó como un relato para ideologizar, fanatizar y exaltar patriotismos irracionales. En la educación del siglo XXI la Historia debe plantearse como una palanca de conocimiento científico al servicio de la formación personal y la culturización de la sociedad.
Si os ha gustado esta breve introducción, os animo a que leais este libro que os dejo aquí, pues podemos aprender muchas cosas que no nos habríamos planteado antes.
Muy buena aportación, sin duda. Un saludo,
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